Ennio Morricone
Antes de que su carrera se dignificase con Bertolucci, superproducciones históricas de la RAI y películas con coartadas político-culturales, y antes de que un oboe se cruzase en su camino y le convirtiera en un compositor serio, comercial y muy cotizado en el Mercado Californiano, Morricone produjo las músicas más hiperbólicas y divertidas de la Década Pop. Consiguió aunar en sus bandas sonoras para los espaghetti-westerns de Leone el dramatismo épico y tenso de Max Steiner y el luminoso hedonismo musical de los 60's.
Pop de pradera polvorienta y colt ansioso a veinticuatro imágenes por segundo. Un estilo barroco, dramático y convincente, aunque las sonoridades obtenidas eran extrañas, insólitas, sobre todo para un western, género muy conservador en lo musical. Morricone mediterraneizó a Wagner a golpes de guitarrazo, armónica y silbidos. Su música era más elocuente que los herméticos personajes de don Sergio.
Inolvidables La Resa dei Conti de La muerte tenía un precio (el órgano del tema aún hace vibrar las cristalerías de los salones) y The Trio de El bueno, el feo y el malo.
Música alucinógena para paisajes almerienses achicharrados por el sol. El Oeste menos convencional imaginable. Gracias, don Ennio. Zum, Zum, Zum.