El Perfecto Grupo de Verano. Influjos jazzies. Latido funk. Limpias melodías pop. Metales negros. Una ligera brisa de bossanova. Un toque de clase continental. Eclecticismo. En la superficie, una capa de esmalte elegante y desenfadado. Debajo, un mensaje con aristas críticas. Un compromiso hecho a medida por el mejor sastre laborista. The Style Council (TSC) no eran sólo una pose.
Todo empezó cuando Paul Weller – el prototipo del joven neo-mod airado-, líder de The Jam, se siente asfixiado en la ratonera del Exitoso-Grupo-de-Rock. Su vertiente inconformista y R&B le lleva a explorar nuevos caminos, diferentes a los ya trillados con su grupo. Weller coincide en gustos , aficiones y en el interés por la cultura joven del pasado con Mick Talbot. Éste también había militado en las filas mod como teclista de los Merton Parkas. Lo que empezó como mera complicidad, a fines de 1982 cristalizó en una nueva banda, TSC. Más adelante, el proyecto se completaría con un joven guerrero de la batería, Steve White, y la sensual voz de bronce de Dee C. Lee.
Con semejante ingredientes, la mezcla debía ser sugestiva, variada y charmante. Su propuesta musical abría un abanico de texturas cálidas y satinadas. Los álbumes de TSC semejaban cocteleras en las que se agitaban vibrante soul instrumental, baladas desnudas y maduras, algunas perlas pop, revivalismo Motown, sacudidas funk, latin-jazz carnoso, rap arrogante y callejero, baladas jazz impresionistas con todo el sabor de las cavas y el pastis... Lejos ya de la limitada variedad del grupo al uso, TSC empleaba con cierta asiduidad arreglos de cuerda y secciones de vientos que posibilitaban complejos desarrollos instrumentales.
Cualquiera esperaría que sus opciones musicales les condujeran a la autocomplacencia y la conformidad. Muy al contrario. Era real su gusto por los cappuccinos, los martinis en la Riviera, los blazers de corte italiano, los mocasines bicolores, las camisas impolutas, las corbatas clásicas y las gabardinas existencialistas. En resumen, joie de vivre y hedonismo. La despreocupación del perfecto integrado. Pero Weller mantenía su antigua vena apocalíptica.
Desde el principio, los contenidos eran críticos. Money Go Round era una furibunda diatriba de siete minutos en contra de la reelección de la señora Thatcher. Los derechos de este tema fueron donados a la Campaña Joven por el Desarme Nuclear. En pleno apogeo del Fascismo Monetarista del Gobierno Tory, los mensajes de Weller se endurecen.
Our Favourite Shop denuncia de forma especialmente lúcida y sincera los excesos del thatcherismo, muy inclementes para la clase trabajadora. Weller denuncia todas sus negativas consecuencias: comunidades y hogares destrozados
"Ven a dar un paseo hasta esas colinas / y observa como mata el monetarismo / a comunidades enteras / a familias incluso", All Gone Away
; hijos que deben marcharse de su propia ciudad en busca de trabajo
"El padre en la cocina, contando las monedas / la madre en el dormitorio, viendo las fotos de sus hijos. / Uno está en Londres, buscando trabajo / el otro está en Whitehall ¡buscando a los responsables!", Homebreakers
; juventud sin expectativas
"Del patio de recreo al vertedero / la esperanza acaba a los 17", With Everything To Lose
; la desigualdad social
"Sin elección ni oportunidad para el futuro / el rico goza de menos impuestos / viste a las chicas de un bonito rosa / la mierda va a los negros", With Everything To Lose
, y los derechos humanos pisoteados en cualquier lugar
"Allí donde se mantenga la honradez / oirás el chasquido de costillas rotas / de alguien que ya no aceptará / el rugido de los cabrones mentirosos / en Chile / en Polonia / Johannesburgo / Yorkshire", A Stone's Throw Away.
Como cuando era un adolescente mod, Weller grita y sermonea a la Inglaterra letárgica, que acepta pasivamente lo que le impone el Sistema. Frente al conformismo middle class, la desesperanza:
"Todo el amor del mundo no puede poner / la cena en la mesa / todo el odio que siento ningún amor podría arreglarlo", Homebreakers.
Pero hay que luchar, porque
"como en Jericó / las murallas se derrumbarán", Walls Come Tumbling Down.
La madurez también conduce a la ironía. En Confessions Of A Pop Group, Weller sigue lanzando afilados dardos:
"Los hermanos con sus amigos conspiran en los establos / se preparan para el poder y cómo ganar (...) Las madres juegan al bingo, esperando un gran premio / compran los periódicos para ver cómo vive el 10 % (...) Los hermanos compraron gafas nuevas, como las de Leon Trotsky / se los ve muy guapos en la repisa de la chimenea, junto a la Familia Real", Life At A Top Peoples Health Farm
; "los bobbies a la carga otra vez / pegando a los negros por el blues otra vez / es un modo de integrarlos en la comunidad", Confessions Of A Pop Group.
Otra muestra de la perspicacia de Weller como cronista (crítico) de la Inglaterra contemporánea.
Lanzado el mensaje, aún había tiempo para los sentimientos íntimos (Headstart For Happiness, o The Cost Of Loving), la introspección (Changing Of The Guard), la nostalgia de vocalista melancólica y desengañada (The Paris Match), y los plácidos atardeceres en Oxford corriente abajo (Long Hot Summer). Un poco de calor para el frío invierno thatcherista.
The Style Council fue la aventura lúcida y luminosa de unos sujetos que crecieron con la espontaneidad y la riqueza de los ritmos mestizos. Charlas relajadas en torno a una mesa, sensaciones placenteras en la terraza primaveral de un café parisino de la rive gauche. Música sensorial. El Estilo como medio y como meta. Una voz comprometida y certera, impulsada por el ronroneante motor de un exquisito descapotable. Desgraciadamente, el largo y cálido verano ya ha pasado.
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