En todas las películas occidentales filmadas en Japón, siempre hay una escena donde decenas de japoneses de toda clase, edad y sexo juegan, concentrados, ensimismados, con una máquina con bolas de acero. Sin pronunciar palabra, individual y obsesivamente, como si en esa actividad solitaria se decidiera su supervivencia personal, o el destino de su nación. Ese juego se llama pachinko.
Como casi todo en Japón, el pachinko no es una actividad que se pueda definir con facilidad. No es legal, ni completamentamente ilegal. Se ganan pequeñas sumas de dinero, o sencillos regalos, pero los premios no se pueden canjear en el propio establecimiento donde se juega, sino en uno vecino y no directamente ligado al anterior. En Japón, los juegos de azar no directamente promovidos por los poderes gubernamentales son ilegales; sin embargo, éstos permiten la existencia del pachinko.
Japón, el estilo indirecto. Al norte por el noroeste.
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