HGW XX/7. La vida es una infinita gama de grises. Incluso en los regímenes totalitarios. Stéphane Moucha y Gabriel Yared firman la banda sonora de uno de los films más emocionantes de los últimos años.
Tres individuos en el centro de un cementerio circular bajo un sol inmisericorde. Duelo a muerte por un botín que ninguno de ellos quiere repartir. Es la cita final.
Esta escena de western necesitaba un fondo musical grandioso y excesivo para subrayar la tensión y el dramatismo. Ha habido muy pocos elegidos capaces de conseguirlo. Morricone, obviamente, lo logró. Si aún no han escuchado una de las más majestuosas bandas sonoras de la historia deberían subsanar ese déficit lo antes posible.
Todo el mundo cree que la banda sonora de la magnífica Ed Wood es de Danny Elfman, colaborador habitual de Burton. Pero no, fue compuesta por el más convencional, pero no por ello desdeñable, Howard Shore.
1966. Un film que es un cínico documento de una época. Un galán canalla. La confirmación de uno de los grandes. Y una banda sonora de un saxo bop al rojo vivo.
1958. El Rey todavía en la cumbre. Se estrena su cuarta película, la historia de un humilde chico criollo que crece en las duras calles de New Orleans. Para muchos, el mejor film de Presley. El tema, un rhythm & blues pasado por el filtro de Hollywood, cerraba la banda sonora.
Spy Bop Royale es una web especializada en informar sobre las bandas sonoras de las películas y series de televisión de espías de las décadas de los 60 y 70.
Aunque también cubre otras temáticas, los mejores trabajos de Christopher John Ball son los de contenido erótico.
Las Singapore Scotts Towers son todavía un proyecto, pero su atrevida concepción es lo suficientemente atractiva como para desear que su construcción se complete a la mayor brevedad. El alemán Ole Scheeren es el diseñador de este complejo residencial.
Qué grande fue Jerry Goldsmith. Versátil, capaz de encontrar el tema que se ahormaba perfectamente al film, vibrante, memorable. Supo hacer lo grande y lo modesto. Supo evolucionar y adaptarse a tiempos cambiantes, en una industria muy mudable. Cuando silben un tema de una película de los ultimos cincuenta años es muy probable que la compusiera él.
Les traigo dos simples ejemplos de sus centenares de melodías. El primero, uno de mis preferidos, de aquel film noir perverso y turbio. Y el segundo, una de sus mejores partituras según él mismo, del único momento en que Schwarzenegger casi parecía un actor.
El 29 de marzo de 1807 se descubre el asteroide Vesta.
Piero Piccioni fue el compositor de más de trescientas bandas sonoras de películas de toda clase y condición. En su web oficial podrán consultar todos sus trabajos, con bastantes ejemplos sonoros de los mismos.
Artemio Rodríguez es un artista mexicano influido por la imaginería religiosa y los grandes muralistas de su nación.
El pianista Dave Grusin lleva cuarenta años componiendo música para el cine y la televisión. Aunque no ha descuidado su faceta lejos de las pantallas, con una discografía más que respetable, su nombre es más conocido por sus bandas sonoras. Ganador de un oscar y nominado en numerosas ocasiones, tiene la habilidad de encontrar el tono adecuado al film en el que trabaja, y por ello ha podido adaptarse a muy diversos estilos de película, desde el principio, al que, por ahora, es su último trabajo.
En 1989 puede aunar su inclinación por el jazz con la dedicación al cine al firmar la banda sonora de Los Fabulosos Baker Boys, cinta un tanto anodina y desangelada, aunque quién puede olvidar a Michelle Pfeiffer moviéndose sobre aquel piano... El tema que pueden escuchar es el tema central de la misma.
¿Se acuerdan del Chico de la Moto? Rumble Fish (1983) es un film brillante y singular. Coppola no quería narrar una simple historia de pandillas de adolescentes de la forma usual. Buscó un tratamiento visual arriesgado y experimental, unos encuadres singulares y un montaje inhabitual para hacer que el tiempo y las atmosferas tuvieran vida propia. Hay escenas donde la densidad de las sombras, en contraste con luz cegadora, casi las hace corpóreas.
Y la importancia del sonido, que el director californiano mimó hasta el más mínimo detalle. Él quería una banda sonora percusiva y febril que se ajustara milimétricamente a las imágenes. Pensó en Stewart Copeland para el trabajo. El batería de Police improvisó un tema, a Coppola le gustó y le encargó el resto de la obra. Y es una gran banda sonora, sin duda.