3 de agosto de 2004

Oigo lounge y saco mi revólver

La proliferación de discos editados por cafeterías, bares, restaurantes, hoteles (¿para cuándo un camping?) y demás espacios públicos empieza a ser una maniobra comercial repetitiva, obvia y manoseada.

Al principio de todo, estos discos eran simpáticos y refrescantes. Podías descubrir placeres ocultos, o un grupo del que perseguir su pista con mayor profundidad. Pero ya no tiene gracia. Los temas se repiten de una a otra compilación, y los programadores de dichos productos ya no saben qué seleccionar para epatar a la (ya encallecida) audiencia. No tardaremos en ver una remezcla soulful house del Torito del sin par Fary...

Si uno de estos días, dando una vuelta por la sección de discos de un establecimiento, me encuentro con el Cafetería del Hospital de la Paz Ambient Lounge Vol. 1 ya no me sorprenderé...

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