Cuestiones eminentemente porno
en el balcón porno
Sinceramente, le he dado muchas vueltas al tema y no le veo demasiado interés a la afirmación. ¿Qué ventajas erógenas tiene un balcón con respecto a un descansillo, a un salon-comedor, a un living-room, o a una centrifugadora, por poner unos pocos ejemplos? ¿Copular en pleno aire libre, más en contacto con la Naturaleza? La práctica sexual en plena Naturaleza es una actividad enormemente sobrevalorada y/o mitificada, créanme. Las agresiones de los insectos, los aullidos de las alimañas, o estar a 30 grados bajo cero al final te arruinan la diversión. ¿Qué te vean los vecinos en pleno fornicio? No niego que las primeras cinco o seis veces puede tener su cierta gracia, y que actúe como un componente morboso que potencie la excitación sexual. Pero, finalmente, la rutina se impone. Los vecinos son siempre los mismos y además se corre el riesgo de que se autoinviten y se sumen a la práctica. Y esto no es como cuando se cuelan a ver los partidos del pay-per-view. Olvide, desconocido comunicante, los balcones y concéntrese en lugares más estimulantes, tales como un globo aerostático flotando a 40.000 pies, el camarote del capitán de un submarino nuclear de la Armada de Georgia, o cualquier cine donde se proyecte un film de Lars von Trier, que son espacios idóneos para el intercambio de fluidos.
gemelas en el cine porno
Alabo el gusto del anónimo interlocutor. Las gemelas dan mucho juego en la cópula y en el espectáculo. Las posibilidades combinatorias, siempre que se traten con cierta imaginación, se multiplican. Hay una modesta tradición de gemelas en las industrias del sexo, pero dada su escasez natural son raras de encontrar. Además, siempre se puede topar con la típica minucia que puede dar al traste con todo. Piensen por un momento que las gemelas en cuestión no coinciden en gustos en cuestión tan capital como la depilación íntima. La similitud se desvanece con arreglos púbicos disparejos. El Horror.
Pido desde aquí que se potencie la ficción erótica con gemelas de raza y poderío. Y si no son gemelas, que al menos sean dos rubias californianas que compartan estilista, peluquero y cirujano plástico. Del mal, el menos.
el oso hormiguero porno
Aunque soy aficionado a ciertas zoofilias, para mí es una total novedad la presencia de este animal en el porno contemporáneo. He de reconocer que esa trompa succionadora es un órgano prometedor y versátil, y se me ocurren unas cuantas actividades con ella como elemento (muy) activo. Pero sospecho que el olor del animal no debe de ser de los mejores y, queridos amigos, no nos engañemos, al final lo estamos haciendo con un mamífero insectívoro. Que no es como tirarse a un perito industrial, ni mucho menos.
hombres gigantes con mujeres pequeñas porno
Me temo que debo ser franco y no engañar a nuestro desconocido comunicante con falsas esperanzas: su proposición está condenada al fracaso más inmediato y total. La ficción porno basada en varones gigantes que quieran percutir en mujeres pequeñas o diminutas es anatómica, biológica y económicamente inviable. Parafraseando a la inversa a Les Luthiers, sus segmentos correspondientes no son proporcionales. Al final, todo se reduciría a un estéril y triste quiero y no puedo.
el chalet porno
He aquí un clásico del género: el chalet, ya sea en costa o monte, en urbe industriosa o lírica foresta, es uno de los ingredientes básicos de cualquier film porno. Si me apuran, el imprescindible, porque penes y vaginas no escasean, pero dado el actual problema de la vivienda, encuentre usted a buen precio un chalecito mono y espacioso para que te quepan el balcón, el oso hormiguero, las gemelas, los gigantes y las enanitas.
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