Ancora tu
Paola Turci - Ancora tu [*o*]
Una instrascendente burbuja mainstream para recordar al gran Lucio Battisti.
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4 comentarios:
vuelvo de un descanso sin portátil y veo tu entrada en we make money not art del 7 julio.
enhorabuena, justo premio.
Gracias y saludos, compañero.
Battisti, una de las piedras angulares de la melovisión (cosmovisión musical) de un servidor y de mi compinche Charlie Mysterio (aún más battistiano, que yo, especialmente obsesionado con uno de sus últimos trabajos, HEGEL).
Aquí le endoso la aproximación que hice a fines de los 90 (finales del 96, creo) para la publicación DISCOBARSA:
BATTISTI: EL GIGANTE DEL POP ITALIANO
Baglioni, Pappalardo, Drupi, Cocciante, Venditti, Tozzi, Bella, Togni, Ramazzotti o los vocalistas de grupos como DELIRIUM o FLORA, FAUNA Y CEMENTO... todas las voces llevan a Battisti, todas las melodías llevan a Battisti, todas las angustias sentimentales/existenciales llevan a Battisti.
Muy pocos creadores del pop italiano logran funcionar en paralelo y no ser tributarios (ni en estilo interpretativo ni en línea melódica ni en temática) del gran Lucio: ¿el prodigioso Dario Baldan?, ¿los sinfónicamente aniñados I POOH?, ¿los protegidos de la Manticore PREMIATA FORNERIA MARCONI?, ¿el escéptico postcomunista Lucio Dalla?, ¿el místico postmoderno Franco Battiato?...
Lucio Battisti marca una frontera entre la canción italiana aún uncida al neorrealismo rosa (Modugno, Donaggio, Cinquetti, Fontana...), al histrionismo poprockero (Celentano, Pavone, Di Capri, Little Tony...) o a los escarceos socialrealistas (Endrigo...) y sumerge al pop italiano en una madurez más mórbida y multidimensional, cuyas imágenes primeras serán la platinada androginia de Patty Pravo, el misterio leonardesco de Mina (que, como juglaresa de Battisti, revivirá en una nueva piel más sofisticada) o la sobriedad de Iva Zanicchi. La primera voz masculina del cambio será el propio Battisti en sus canciones de la transición 60/70 (algunas ya popularizadas por superestrellas como Mina -«Io vivró senza te»- o como Ornella Vanoni -«Mi ritorni in mente»-), en las que refleja, en claves diversas (desde un rock todavía celentanesco -«Dieci ragazze- a un desahogo crooner -«Per una lira»-), los primeros pasos de un temperamento creativo absolutamente titánico, que estallará rápidamente en visiones paroxísticas perfectamente sincrónicas con las angustias cinematográficas que los varones italianos (Gassmann, Tognazzi, Mastroianni, Manfredi, Giannini...) vivirán frente a las donnas de la mano de cineastas como Antonioni, Ferreri, Fellini, Germi, Risi, Monicelli, Wertmuller... Paroxismos perfectamente redactados por Mogol, el fiel letrista de Battisti, para la voz y los acordes desgarrados, experimentales, agónicos de títulos como «Anna», «Il tempo di morire», «Dio mio no»...; o el existencialismo enemigo irreductible de la masificación que se detecta en la irónica «Uno in piu», la hímnica «Il mio canto libero» o la bucólica «Emozioni»; o la preocupación ecológica (anterior a modas) que es una constante en tantos motivos («Fiori rosa, fiori di pesco», «Confusione», «Respirando», «La canzone del sole»...).
Mina, la nueva Gioconda, madurando espléndida desde su temperamental juventud de tigresa, dedicará una especial atención al repertorio de Lucio: «Io vivró senza te», «Io e te da soli», «Insieme», «E penso a te», «Amor mio», más los diez temas del álbum «MINACANTALUCIO» donde la superdiva, agradecida, rinde tributo versioneando temas ya popularizados por su autor («Emozioni», «Il nostro caro angelo», «Dieci raggazi», «Non é Francesca»...).
A partir de Battisti comienzan a surgir voces masculinas desgarradas, melodías en obsesivo crescendo, letras donde el sentimiento y la locura se confunden: de los muchos émulos quizás los más afortunados en su labor creativa sean Richard Cocciante (ahí quedan como muestras imperecederas de romanticismo «Bella senza anima», «L'alba» o «Margherita»), Antonello Venditti (quien especializará su capacidad de estremecer en la denuncia social -«Lily», «Marta»...-) o el grupo DELIRIUM (muy dados a lo religioso -«Hosanna», «Jesahel»-). Incluso surgirán voces desgarradas fuera de Italia que tendrán su momento de gloria (aquí, un Johnny Da Pena -en su época de ANA Y JOHNNY-, un Pablo Abraira, un Zappala, un Sergio Dalma; en Francia, un Joel Daydé).
A partir del 76, y vista la inflación de imitadores, Battisti abandona la orquestación grandiosa y los crescendos corales a lo Carl Orff para aligerar fondo instrumental. Su primer álbum con la nueva piel es definitorio en su título: «LA BATTERIA, IL CONTRABASSO, ETCETTERA». A partir de aquí, alternará sus motivos de inspiración más popular (una constante en su discografía desde aquellos primerizos «Balla Linda» o «29 de settembre» y que ahora se continuarán con «Respirando», «La canzone del sole» o «La compagnia») con nuevas desmesuras obsesivas donde ecos de funk y soul («Un uomo que ti ama», «No dottore») acompañarán las nuevas angustias del protagonista. Pero también se hacen más frecuentes los motivos felices, en los que la relación con la mujer parece hacerse menos problemática y más pletórica de expectativas, más serena, más segura, ¿más madura? («Ancora tu», «Dove arriva quel cespuglio», «Amarsi un po'», «L'interprete di un film», «Si viaggiare»...) hasta la plenitud del control en las relaciones, que parece concretarse en el 78 con su trabajo «UNA DONNA PER AMICO», compendio de experiencias musicales y vitales, de distensión y sincretismo, lejos ya de las convulsas agonías de hace casi una década y que ahora Lucio, ya consagrado como clásico, puede contemplar jocoso en el espejo deformado de las nuevas remesas de imitadores.
En los 80 nuestro hombre se irá difuminando con elegancia, desde la cumbre, dejando siempre obras sin tacha, impregnadas del aroma de su tiempo (sutiles ráfagas nuevaoleras en los arreglos de «UNA GIORNATA UGGIOSA», audaces fondos tecno en «E GIA» -donde la voz tan particular de Battisti se muestra llena de sugerencias en el cosmos electrónico-). Al tiempo, aquellos rostros que en la pantalla interpretaron sus sentimientos también irán haciendo sus testamentos no menos rotundos («Queridísimos amigos», «Ginger y Fred», «Ojos negros», «Splendor»...).
Desde entonces, tanto las pantallas como la música italiana quedarán huérfanas de carismas «bigger than life» (que diría Welles) como los que llenaron la época de ascensión al trono del pop de Lucio Battisti.
BATTISTI HABLA (BREVE ANTOLOGIA DE OPINIONES):
«Hoy la canción tiene tal poder de comunicación que hay que tratarla con absoluta seriedad. Es una perder este caudal empleando palabras vacías. La canción tiene mayor influencia y poder que la literatura y el cine. A la canción hay que dedicarle lo que uno cree que merece la pena.»
«Al principio yo hablé, actué para el público. Poco a poco me di cuenta que tergiversaban mis palabras, que me utilizaban para sus objetivos. Llegué a ser muy popular y entonces ya no interesaba mi música, sino mi imagen de hombre popular... Entonces, en las actuaciones ocurría lo mismo, iban a contemplar al hombre de éxito y no a escuchar mis canciones, que era lo que me importaba. Yo no quiero ser un personaje, un mito.»
«La canción puede ser y no ser agresiva. El contenido de un tema como "Il mio canto libero" es inteligible para la gente, esto es lo importante. La canción es como una expresión automática de uno mismo, como una liberación y por tanto debe participar de todas las pasiones de la vida. Cualquier molde a priori sobre el que se escriba es falso, aunque sea la protesta...»
EN EL PRINCIPIO...: ALGUNOS DATOS BIOGRAFICOS
Nacido en el pueblecito de Poggio Bustone en el 43. A los siete años se traslada a Roma.
Estudia perito industrial pero, una vez obtenido este título, se lanza a la música. En el 65 se traslada a Milán, la metrópolis musical de Italia, donde conoce a Giulio Repetti, alias «Mogol», su letrista desde entonces, quien mejor reflejará en palabras su personalidad.
Primeros éxitos en el 66: «29 de settembre» para EQUIPO 84 y «Il vento» para I DIK DIK (más tarde grabados por él mismo y el primero, como ya dijimos, también versioneado por Mina).
Tarda en cuajar su éxito como cantante: su voz es completamente distinta al canon masculino de la época (donde lo más osado era la perenne ronquera de un Celentano) y su carencia tanto de engolamiento como de histrionismo lo convierten en un personaje inquietante para el público medio de festivales. Y será en festivales (Cantagiro -con «Balla Linda»- y San Remo -con «Pensieri e Parole»-) donde, sin triunfar ostentóreamente, sí comenzará a ser aceptado como intérprete.
Pero será de la mano de Mina cuando... (volved a leer el artículo)
Celebro compartir su gusto por el gran Battisti, compañero zurdo. Y quedo eternamente agradecido por su excelente aporte biográfico.
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