El principal obstáculo de los demiurgos es saber cómo empezar. Madrigal en un movimiento.
Yo sería un pésimo guionista. Siempre se me ocurre primero el final, pero nunca consigo imaginar un buen principio que desemboque, consecuente y elegantemente, en ese desenlace. No sé comenzar las historias. Y cuando a la postre consigo armar torpemente un inicio, todo el mundo ya se ha ido a su casa. Y, obviamente, contar los chistes desde su finalización no es la mejor política narrativa.
Con este blog ocurrió lo mismo. Cuando lo eché a rodar en verano del 2004 sólo fui capaz de balbucear estas tristes líneas. Casi tres años después he discurrido algo, creo, más agudo y chispeante. Soy consciente de que ya es inútil, pero a continuación incluyo este arranque alternativo. A beneficio de inventario. Y no se preocupen, sí estoy tomando mi medicación.
Ésta es la primera entrada de un blog personal, nuevo y lo inmaculado que se puede permitir un sujeto de clase media de una nación periférica del Primer Mundo. Asunto delicado. Me gustaría ser tan ingenioso y sensible como Lester Burnham cuando, llegado el momento de abatir la pieza ansiada, se muestra magnánimo ante la virgen inerme. Pero no me puedo engañar a mí mismo. Si ahora mismo una adolescente comestible me rozara lo más mínimo tardaría en eyacular cinco segundos. Lo que es una muestra de un saludable vigor, pero tiene las funestas consecuencias que están en la mente de todos. Amén de que es algo que no puedes mencionar en ninguna reunión social. La evolución del Universo, en última instancia, es una cuestión de ritmos, no de opiniones.
En este epígrafe vendría la definición personal del autor, sus filias, sus fobias y su firma de lencería preferida. Pero he decidido adoptar la estrategia de los guionistas de las series televisivas estadounidenses: dejar a los protagonistas evolucionar en el aquí y el ahora sin apenas aportar pistas de su pasado, siendo posible, así, urdir cualquier insensatez sobre éste cuando por necesidades narrativas (o de share) sea pertinente. Cuestión de carpintería dramática. No obstante, he creado un protagonista paralelo para todos aquellos que no quieran esperar al capítulo siete de la segunda temporada de la serie.
Luego si quieren saber si soy seguidor de River o de Boca, si detesto o adoro la ópera, o si soy más 1.0 que 2.0 tendrán que permanecer atentos a esta emisión. Les prometo diversion y sorpresas continuas. Palabra de cordado.
Una advertencia final: tampoco esperen demasiado de mí. Fue muy duro crecer viendo a María Luisa Seco.
1 comentario:
A mí me parece un texto muy lúcido. Lo pondría como ejemplo de inicio en un seminario de futuros bloggeros.
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