Cañerías y encogimientos de hombros
Érase una vez un país lejano, muy, muy lejano. Sus habitantes, unos extraños primates sapiens, eran cortoplacistas, dormían poco, parecían estar desconcertados o atónitos con mucha frecuencia, y se encogían de hombros, como una reacción o gesto ante lo extraño y/o inevitable.
Pues bien, en ese país tan, tan lejano tal que un 4 de Julio de 2005, cierta bañera, de cierto cuarto de baño, de cierta habitación, de cierto hospital público, de cierta comunidad autónoma gobernada por cierto partido de la derecha, mostraba este inhabitual y desconcertante aspecto cuando un paciente de esa habitación abrió el grifo del agua caliente con la atávica, perversa e incomprensible intención de darse una ducha.
El agua, mezclada con restos de oxidación de arcanos y ocultos metales, dejó la citada pieza sanitaria en el estado que muestran las imágenes
Ante la reclamación en el pertinente Departamento de relación con el paciente, el interlocutor-portavoz del mismo se limitó a entregar un formulario, impecablemente oficial, para que el afectado por el incidente presentara la correspondiente queja, formalizada y normalizada. Asimismo, intentó localizar al responsable del personal técnico, para que se presentara en el lugar de autos.
No mucho después, dos intrépidos integrantes del equipo de mantenimiento del centro sanitario se personaron en la habitación demoníaca con expresión de enorme cansancio y fastidio ante lo que, para ellos, era un monótono y repetitivo dejá-vu. Tras un celérico vistazo a la bañera, su docta y documentada solución técnica al problema suscitado se redujo a aconsejar dejar correr el agua (supongo que durante horas), hasta que desapareciera el óxido. Partieron con donosa presteza a sellar alguna fuga en la Presa de Assuan, o a resolver alguna catastrófica e intrincada alarma hidraúlica en el Yan Tsé.
Para reforzar aún más esa anómala sensación que se apodera de uno cuando ve que la bañera de un cuarto de baño de la habitación de un hospital es invadida por restos de un ignoto origen, algunos miembros del personal de enfermería de dicho establecimiento sanitario recomiendan a los pacientes que no beban agua del grifo.
EPÍLOGO: Los habitantes de ese país tan, tan, tan lejano siguen encogiéndose de hombros ante lo inexplicable, extraño o inevitable, e insisten en votar las mismas opciones políticas una convocatoria electoral tras otra.
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