La Schlichting me pone
Siempre que llega el buen tiempo y el calor estoy revuelta unos días. Pero no es una cuestión de alergias. Simplemente es que se me calienta la mente y el bajo vientre. Bien mirado, a lo mejor sí que es también una alergia: a no poder tirarme a todo lo que se mueve.
Al principio empiezo con los hombres y todo se me vuelve pensar en pollas bombeando, pero esta profesión mía tiene esta parte mala, que tiene algo de rutina y de costumbre. Como al perro ese que le tocaban la campanilla y empezaba a fabricar saliva. En mi caso, veo a un hombre desabrocharse la bragueta y ya pierde el misterio. Es inevitable.
Como los hombres no me funcionan la mayor parte del tiempo como fantasías guarras, cuando estoy así como cachonda enpiezo a pensar en las tías. Sueño con Madonna, Terelu Campos y yo revolcándonos desnudas en la playa. O cuando salgo a la calle los primeros días de verano no paro de fijarme en las tetas de las chicas, y me da por jugar a adivinar de qué color llevan el tanga. O lo que es mejor, imaginar cuáles de ellas no llevan ni siquiera tanga.
Las primeras veces que me pasó esto me preocupé un poco ante la posibilidad de que me estuviera volviendo un poco bollera, lo que me afectaría a la larga en mi oficio, al menos en el tipo de clientela. Pero el caso es que no se me quitan las ganas de follarme a los tíos, no, es que en esos momentos me saben a poco. Es como si me volviera todosexual, así como los coches todo-terreno, y necesitara el roce y el tocamiento en el barro con mujeres como Dios manda.
Me acuerdo que una vez en que estaba en ese estado de, digamos, calentura sexual llamé a una amiga mía muy guapa y muy lesbiana, que siempre me dice que se va a casar conmigo y me va a retirar del negocio. Queridos lectores, funcionó estupendamente. Nos dimos unos buenos revolcones varios días seguidos, sudamos juntas como perras y me quedé así como con una paz interior y una relajación difíciles de explicar. Desde entonces, cuando llega esta parte caliente del año, la llamo para quedar y pasar un buen rato. Ella, como es buena tía y no es celosa, viene siempre que puede la pobre, que tiene un trabajo muy importante y de mucha responsabilidad, porque es escolta de un político muy importante de la derecha. No me preguntéis su nombre, que no diré nada. Esta servidora sabe guardar muy bien los secretos.
Ayer la telefoneé y quedamos para tomar un café después de comer, que no podía retozar luego conmigo porque le tocaba estar de guardia todo el día y toda la noche. Me dijo que lo que ella hace en esas etapas en que está muy cachonda y no puede acostarse con una tía es masturbarse pensando en una mujer muy decente, y mejor si es mandona y con el genio fuerte. Mientras volvía a casa tuve una revelación. En cuanto llegué allí me puse la COPE para oir a Cristina López Schlichting, que a católica no la gana nadie, y tiene carácter y mal genio. Y fue mano de santa. Me puse muy burra y me masturbé y gocé sola como hacía tiempo que no lo hacía.
Hoy he vuelto a repetir y no ha fallado. Y ha sido incluso mejor, porque a veces decía cosas o nombres en alemán y eso me excitaba aún más. O sea que cuando no tenga a mano una tía a la que tirarme en estos días de ajetreo, la Schlichting va ser mi fuente de inspiración. La COPE gana una oyente y yo tan feliz. No le veo más que ventajas. Si hasta una vecina muy beatona se ha puesto muy contenta cuando le he dicho que llevo unos días escuchando la COPE. Para que después digan que la radio es un medio de comunicación pasado de moda.
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