La imagen corporativa y el karma
En 1977, el gobierno socialista de la India le impide a Coca Cola operar en el país, tras una disputa por obtener la mítica receta secreta de la bebida. Tras dieciséis años de ausencia, las políticas neoliberales permiten su retorno. Ahora bien, éste se produce en un entorno económico y cultural muy distinto.
India supone un importante desafío a la hora de potenciar la imagen de una marca: sus acentuados extremos económicos y culturales, la multietnicidad, el plurilingüismo, el analfabetismo... A los problemas de comunicación visual hay que sumar los de distribución del producto por un territorio enorme, que tambien adolece de polarización en la distribución de la población, ya que junto a megalópolis congestionadas hay una vasta zona rural de muy baja densidad.
Para solucionar esta cuestión logística la empresa recurrió a medidas imaginativas tales como emplear los tradicionales carros en las saturadas calles de las grandes ciudades, o crear una extensa red de centros de distribución para poder abastecer las zonas rurales.
Una estrategia de imagen que empleó la multinacional en el siempre difícil equilibrio de proyectar un icono global respetando las idiosincrasias locales fue encargar a grafistas nativos la realización de murales publicitarios dibujados a mano, a los que está muy habituada la población hindú.
En polar inertia podrán encontrar más ejemplos de la presencia gráfica de la firma de Atlanta allí en un interesante reportaje fotográfico.
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