30 de enero de 2006

Profesionales y prácticas de riesgo

Al hilo de las reflexiones de una de las más destacadas figuras actuales del típico humor de la Toscana, me gustaría entrar en este siempre controvertido debate, aportando mi visión fría y ecuánime, dado que mi naturaleza eminentemente ovípara me aleja de ciertas prácticas más ligadas al frote, el roce y los tocamientos. Amigas, he aquí mi batería de propuestas, que someto a su juicio y valoración.

  • Eviten intimar con agrimensores. Su condición de asépticos medidores, cartesianos y geométricos, no los convierte en los mejores candidatos. El hecho de que la mayoría de ellos viva en Egipto tampoco es una baza que juegue demasiado a su favor.

  • A pesar de los clichés profusamente extendidos, los notarios y registradores de la propiedad se me antojan compañeros de juego muy interesantes. El rigor y la seriedad inherentes a sus prácticas profesionales han de tener, necesariamente, una vía de escape en el ámbito privado, siguiendo el clásico e irrefutable dualismo Virtud Pública/Vicio Privado.

  • Probablemente no sean los oradores más elocuentes, ni los individuos de gustos más refinados, pero los reponedores son jóvenes, fuertes y saludables y reconozcámoslo, amigas, a todos nos aprieta de vez en cuando el zapato y hay que aligerar un poco la presión.

  • De los informáticos es dífícil emitir un juicio definitivo y concluyente. A su favor juega el hecho de que trabajar en un entorno binario los hace operativos y prágmáticos. En su contra, su tendencia a practicar juegos con dados absurdos, y una cierta propensión a la bizarría y la excentricidad los hace algo imprevisibles. Así que si, querida amiga, llega a casa de uno de ellos y sus paredes están pintadas completamente de negro, o decoradas sólo con posters de Farrah Fawcett ordenados cronológicamente convendría una actitud precavida y alerta por su parte.

  • Si un caballero la invita a cenar en su casa y ha cocinado el bacalao al pil-pil perfecto, ese es sujeto que merece de su parte atención y esmero. Podrá ser el mejor o el peor atleta sexual, pero un individuo capaz de semejante proeza merece, al menos, una segunda oportunidad. Imaginen que en la segunda cita el plato principal es arroz con bogavante... No deje escapar estos prodigios, amiga.

  • Sea usted imaginativa y asertiva. Haga que ese duro y siempre aterrador momento de ver por vez primera a un caballero en calzoncillos sea más llevadero eligiendo usted misma la/s prenda/s, tejido/s y color/es de su predilección y pidale a su amigo que se la/s ponga antes de ese primer e íntimo contacto visual. Si el varón en cuestión es persona de criterio, accederá de buen grado a su petición y hará de ese acercamiento inicial una experiencia más relajada e informal.

  • Los profesionales del circo conforman un colectivo demasiado abigarrado y heterogéneo como para categorizar de modo teórico y general. El problema, en este caso, es que llegan a la ciudad en paquete, por lo que usted, amiga, no puede estar segura de estar hablando con un tragasables, un contorsionista, un funambulista, o un trapecista, salvo que el interfecto se presenta con un maquillaje aparatoso y una nariz roja enorme, o bien acompañado de un leopardo u otro felino feroz.

  • Y por último, pero no por ello menos importante, yo seguiría el consejo de mi abuela, que era sabia y del Bierzo: Hija, hay hombres buenos y hombres malos, pero si el tuyo te hace reír, échale el guante y que no se te escape.

Ésta es mi modesta aportación a tan resbaladizo asunto de las relaciones intersexuales. Consideren estas torpes líneas como un mero work in progress, susceptible de futuras mejoras, que pueden ustedes apuntar, por ejemplo, criticando furibundamente mis tesis en los comentarios a este artículo. Que Dios reparta suerte.

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