3 de abril de 2006

Momentos Carpetovetónicos Estelares VIII


Crónicas de un pueblo

Primeros años 70. La España Profunda. El Bajo Franquismo da ciertas muestras de debilidad e intenta renovar un tanto algunas apariencias externas. La serie Crónicas de un pueblo es uno de esos productos calculados para que el Régimen maquille ligeramente su rostro. Pero, no nos engañemos, la autoridad y el orden jerárquico de ese pueblo imaginario están muy claros: el alcalde, el cura, el cabo de la guardia civil y el maestro. Como Dios manda.

La serie, a pesar de todos los condicionantes, fue un éxito absoluto y llegó a competir con las más punteros productos televisivos norteamericanos.

En el plano personal, siempre que oigo su característica sintonía me invaden sensaciones encontradas: la emoción entrañable de la infancia de los dos canales (ese inolvidable UHF) en blanco y negro, el respeto reverencial al Orden Natural del Universo y Todo Lo Demás, y esa mezcla de terror atávico y rabia contenida del que ha conocido, no hace tanto tiempo, los rigores de una dictadura que algunos intentan que olvidemos.

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