13 de enero de 2007

La Vida, el Arte y otras cosas de meter

J.T. LeRoy

Jeremiah Terminator LeRoy. Hijo de una madre de 14 años, yonqui y puta. Al que ésta arrastra a la prostitución a los 12 años, travestido como una dulce y tierna jovencita en los lugares de parada y reunión de camioneros. Alcohólico y drogadicto que sobrevive en las calles de San Francisco como chapero frágil de rostro de marfil. A los 21 publica su primera novela, Sarah, basada en su vida (extrema) junto a su madre. Se convierte en un escritor de culto, venerado por otros popes de la literatura norteamericana, y demás gente guapa e influyente. Le homenajean en canciones. Abre su web oficial y su blog. Su psiquiatra le recomienda que siga utilizando la literatura autobiógrafica como terapia, y sigue publicando más relatos de sordidez urbana, teñida del lirismo del vertedero, de la adolescencia rota, pisoteada y hecha añicos. Basura blanca que lucha por sobrevivir.

Como es lógico, Hollywood no tarda en olfatear este material tan sabroso y Gus Van Sant utiliza un guión preliminar suyo para escribir el definitivo de Elephant, film en el que el nombre de LeRoy aparece como productor asociado. En primavera de 2006 se estrena The Heart Is Deceitful Above All Things, basada en una colección de relatos autobiográficos de LeRoy del mismo título.

The Heart Is Deceitful Above All Things

Fama. Fortuna. Redención. Una historia más de rehabilitación, tan del gusto estadounidense, de lucha personal contra todos los condicionantes y miserias, y triunfo final de la voluntad. Modélico.

Las trompetas del Paraíso seguirían sonando si no fuera porque en enero de 2006 se descubre que este andrógino héroe literario no existe. El New York Times destapa la historia. Otros la confirman. Terminator LeRoy es una invención de una ex-cantante punk expulsada del estrellato, escritora de porno y ocasional operadora de líneas eróticas, Laura Albert, de 40 años. La figura que venía apareciendo en público desde 2002, siempre con pelucas rubias, aspecto de atractiva joven de labios rojos y enormes gafas de sol ocultando sus ojos no era LeRoy, sino la medio-hermana del compañero sentimental de Albert, Geoffrey Knoop, un semidesconocido músico rock.

Aireado el montaje, todos (su manager, productores de Hollywood, periodistas) lo corroboran y declaran que, por supuesto, lo sabían desde el principio. Y lo mejor de todo es que, durante todos estos años de engaño, Laura Albert decía que ella había sacado de la calle a LeRoy, le había acogido en su familia, una benefactora que le había permitido pensar en sí mismo con distancia y frialdad, para evitar su autoaniquilación. En esta entrevista de mayo de 2002, concedida a ese medio defensor de la verdad y las libertades, LeRoy confirma su infierno pasado y su resurrección y ascensión a las cumbres de una Vida Ejemplar.

La moraleja de todo esto la van a poner ustedes, que yo ya estoy muy mayor para lecciones morales. ¿Saben qué les digo? Que no me importa demasiado que LeRoy sea real o no. Que, en cierto modo, Laura Albert no mintió y que rescató de la calle a un personaje, lo salvó, lo reformó y nos lo entregó sano, duchado e ingenioso para darnos nuestra ración de miserias ajenas que reafirmen lo bien que vivimos nosotros.

Tengo que hacerles una confesión. Me hubiera gustado pergeñar el guión de una película que contara la historia de una ex-estrella punk arruinada que sobrevive como operadora de líneas eróticas que un día, harta de su vida, decide inventarse un personaje de un adolescente drogadicto, travestí y prostituto/a, que consigue rehabilitarse y escribir novelas de éxito, aunque finalmente su ardid es descubierto y se sabe que era ella la que estaba detrás de todo. El film podría ser una comedia bufa o una tragedia realista bigger-than-life. O, incluso, una saga galáctica o un musical. Todo depende de la credulidad y la complicidad del público.


Garbage - Cherry Lips

Technorati technorati tags: ,

No hay comentarios: