Frame by Frame
Coincidirán conmigo en que podríamos citar muchos ejemplos de films o directores en los que la influencia de la pintura, la escultura, la música, o el cómic es importante y significativa. Y no me refiero tan sólo a que actúen como referentes para los guiones, sino a que las imágenes absorben la esencia de esas artes hermanas y semejan cuadros, esculturas, sinfonías o viñetas a 24 imágenes por segundo.
No quiero entrar en el debate de la conveniencia o no de tales mestizajes, o si el film resultante es más o menos Cine. Lo que quiero proponerles son unos cuantos ejemplos de directores en los que, a mi juicio, esa influencia es elocuente a lo largo de su carrera.
Peter Greenaway
Mencionar a Greenaway cuando se habla de la Pintura en el Cine es inevitable. El director británico, artista plástico y erudito, es deliberadamente pictórico en sus films. Esta expresión artística es uno de los principales motores de todos sus títulos.
El Barroco, Vermeer, Roma, el paisajismo, la escultura greco-romana, la Arquitectura, son algunas de las decenas de referencias que este enciclopedista ha ido incluyendo en su filmografía.
Ridley Scott
Scott. Otro británico de formación artística. Aunque su carrera está tachonada de películas horrendas, cuando quiere, o le dejan, se deja llevar por su vieja querencia y bosqueja films o planos esteticistas.
Esos entornos naturales casi salidos de los pinceles de un paisajista inglés en Los duelistas, las pesadillas orgánico-metálicas de Giger en Alien, las hipótesis de un futuro urbano del visionario Syd Mead de Blade Runner, o esos detalles de colosalismo neoclásico de Gladiator.
Stanley Kubrick
Antes que nada, Kubrick era fotógrafo, por lo que el Cine fue la continuación natural de su pasión. Maniático y detallista hasta rozar lo enfermizo, controlador absoluto del más mínimo detalle de sus películas, supo manejar con acierto la música, el interiorismo, la vanguardia plástica, la moda, el fotorrealismo en la guerra...
El demiurgo estilístico de la ciencia-ficción de 2001, el alumno aplicado de Turner, Constable y la escuela flamenca en Barry Lyndon, o la provocación pop-kitsch de La naranja mecánica. Kubrick, el perfeccionista absoluto.
David Lynch
Lynch. El artista marciano. Uno de los directores actuales con un mundo más personal y, a la vez, más reconocible. Las conexiones sinápticas del cerebro de este norteamericano siguen sus propias e insustituibles reglas.
Oscuro, denso, hiperrealista, Lynch dibuja fotogramas de mundos torturados e inocentes.
Tim Burton
Burton es un niño que no deja de dibujar lo que su tridimensional e inagotable imaginación le dicta. Esos intensos, casi eléctricos, colores pop-naif de Eduardo Manostijeras, o de La gran aventura de Pee Wee, los pasteles luminosos de los sueños del protagonista de Big Fish, el cómic, o las ilustraciones de los cuentos infantiles, junto a los ocres y grises góticos del otro lado del arcoiris, ese otro mundo que Burton filma siempre con tanto cariño y comprensión.
Burton no hace películas, dibuja los storyboards de sus sueños y pesadillas.
El Cine, el Arte-Esponja.
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