Tu cara me suena, forastero
[Exterior Noche]
(Un sórdido callejón. La luz de la cercana avenida se filtra débilmente entre la espesa niebla y se refleja en el húmedo e irregular pavimento. Cubos de basura llenos hasta los topes. Un gato maulla en la vecindad. Unos pasos metálicos resuenan, lentos y pausados. Una luz en una ventana entreabierta del primer piso).
Tópico, ¿verdad? Cuántas veces habremos visto esta escena en el cine. Voy a proponerles un ejercicio muy didáctico, a la par que lúdico. Un paseo por los lugares comunes del Cine.
He desechado, naturalmente, los más obvios y trillados, por su escaso valor pedagógico. ¿Quién puede estimularse ante la ramplonería del beso final y feliz de la pareja, el lento caballo del malo, la música in crescendo en los instantes previos al Gran Susto de las cintas de suspense y terror, o que sólo se encasquillen las armas de los pérfidos antagonistas? ¡Señores! ¡Me estoy dirigiendo a un público culto! Repasemos, pues, unas cuantas perlas seleccionadas.
- La Carta Letal. En las películas de guerra, indefectiblemente, cuando un secundario recibe una carta de su madre o de su novia (yo prefiero las de las madres, el efecto es más dramático) sabemos que, tarde o temprano, morirá. En este epígrafe también valen las cassettes grabadas, como en Apocalypse Now.
- Cuidado con los cristales. Una pelea en el saloon de un polvoriento villorrio del Far West no es realmente una buena pelea si alguien no sale despedido a la calle rompiendo, con estrépito, el gran ventanal del establecimiento. La variante con dos contendientes, luchando agarrados, proyectándose a través del cristal es mi favorita.
- Las pistolas no son mecheros de plástico desechables. Esta cita se la debemos al director americano Jim Jarmusch, que en Blue in the Face la cuenta con desparpajo y acierto. ¿Se han fijado ustedes que cuando alguien agota la munición en una película la arroja, furioso y despechado, lejos de sí? ¿Es que no saben que tiene recarga? Una pistola o una ametralladora son objetos muy caros, que no pueden tirarse como mecheros baratos. Seamos serios, señores.
- Afroamericanos prescindibles. En todo film norteamericano de acción que se precie, el personaje secundario chistoso y/o abnegado encarnado por un actor de color no tarda en morir violentamente.
- Cocineros exóticos. En todos los submarinos norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial el cocinero siempre es noruego, sueco, hispano o chino, nunca anglosajón.
- Mi nombre es Gus. Todos los representantes de jóvenes actrices/artistas/cantantes con gran talento, pero de origen humilde, que luchan denodadamente y al fin consiguen triunfar y casarse con el chico de la película, se llaman Gus, son muy emotivos y rompen a llorar al conocer las felices noticias.
- El Cuarto Poder. Un buen film de boxeo no es tal si no se incluyen los inevitables planos de periódicos de tirada nacional girando vertiginosamente y mostrando en sus titulares la irresistible ascensión a la fama del humilde boxeador protagonista. El efecto del periódico también es utilizado en los musicales para ir informando del éxito creciente del espectáculo en cuestión, a medida que se va a aproximando, en el tiempo y en el espacio, a su estreno en Broadway. En el caso de los musicales, el efecto periódico se refuerza con planos entremezclados con las ruedas de un tren de vapor girando a toda máquina sobre relucientes raíles.
- Piratas Voladores. En las películas de piratas, en toda secuencia de lucha multitudinaria en un barco siempre cae al menos un individuo desde la parte más alta del palo mayor.
- El avión ardiente. En las películas de de la Segunda Guerra Mundial cuando hay secuencias de batallas navales, siempre aparece un plano de un avión estrellándose , envuelto en llamas, en el mar, no muy lejos del portaaviones.
- Amigos del Cuerpo. Los detectives privados siempre han trabajado, en el pasado, en la Policía, de la que se marcharon por oscuros motivos. Conservan muy buenos amigos en el Cuerpo (entre ellos un capitán y/o inspector), y siempre están enemistados con el fiscal del distrito.
- Esgrima trepidante. En el duelo final a espada del bueno y el malo de la película, el primero recibe al menos dos o tres heridas leves (una en el rostro, y las otras en miembros inferiores y/o superiores), destroza un gran tapiz, sube y baja no menos de cuatro grandes escalinatas, y se sube a una gran mesa antes de asestar la estocada final al maligno antagonista.
Esto es sólo el comienzo. Habrá más tópicos. A esta hora, en este mismo canal
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